2 de marzo de 2008

Clímax


La tierra ostenta una poderosa morfología,
disociada, a veces, del verdadero sentido
de aquella marca tatuada en su centro.

Y no hace falta ser bisílabo
para devorarse como fierecilla
en la inmediatez de su dureza.

El agua se devora a sí misma
como una conjunción animal
similar al esbozo de las amígdalas.

Nos dijeron que los elementos
estaban dados por oposición
a las pretensiones de lo escrito.
Y sin embargo, lo teníamos todo:







un lexema
un morfema

(Copulando con el zig zag de los silencios)

1 comentario:

Camila dijo...

o tal vez
la alegoría de la represa*





















(*)Eco, Umberto.1976. Tratado de semiótica general.