11 de marzo de 2008

Nuestro laberinto (como un papelito rojo moviéndose al compás del viento)

Estoy desentrañando respuestas
escondidas entre las pelusas de tus bolsillos.

Mi Anfibio;
esta pauta escinde
la maravilla irracional
de nuestro favoritismo
por las inhumaciones en sepia
profundas y auscultadas
desde el trazo.

Mi sinfonía no es más
que una reproducción
a estos cuestionamientos cotidianos
y la necesidad de nombrarte
desde el paladar al ansia
derramados en estos límites
que burlamos
cuando tu cartografía
me esboza
sus tatuajes en la médula.

Entonces, el cariz se asemeja
a un colorido disturbio
que me aumenta este vértigo
en el estómago,
deslizándose como un pez
cuyo léxico le brilla en las escamas.

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