20 de marzo de 2008

Carboncillo a mano alzada

Si me preguntas,
tu sonrisa es un puente propicio
para la ejecución del verbo.

La veo asomada
de manera accidental
como un rictus
dibujado a grafito;
indeleble marcapáginas
de mi hoja en blanco.

Temo aprisionarla
Por eso la libero
cuando me escribes los acentos
y nos inventamos excusas
para romper el hielo.

Tu semilla de jade
así anclada en el gesto óseo
es un murmullo recurrente
que nos precede las imágenes.

Si me preguntas,
me apodero de tu sonrisa
recorriéndola imaginariamente con el dedo
hasta que mi boca sella el pacto,
y cede a la tentación;
como si viviera;
como si realmente
nos la hubiésemos (d)escrito.