Los anfibios acostumbran rechinar los dientes al dormir, atrayendo en sus sueños a insectos diminutos; pequeñas moscas cuyo zip zip les ventila el tímpano.
Por eso, cuando despiertan, aún creen en los cuentos de hadas.
Mecidos al compás de sus reflejos, apostaban por la comodidad de un tejido adosado a la humedad de sus fisuras