18 de julio de 2008

Tu nostalgia blanquecina

Mi amigo imaginario flota, cegado por la hipotermia y el temblor de sus manos, urdiendo redes entre los pelos de su axila.
¿Recuerdas aquella vez que comimos nieve y tú me dijiste tan mojada, tan de huella, tan felina la mordida la mirada y nos miramos sin decir, con deseos rumorosos de blanquearnos, asomados, hostigados, felices?
Mi amigo imaginario duerme bajo mi cama; como ese día, sobre la nieve.

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