3 de julio de 2008

Superposición del nombre

Al morderte la clavícula, inmediatamente pienso en la costumbre kinética de difuminarnos a ambos polos del oeste. ¿Nos encontraremos sesgados por esta luz casual que humedece nuestro anonimato, condenándonos a la repetición del nombre o la fábula o el vacío con su sencilla moraleja?

Abajo rueda nuestra laceración dental. Toda carnada sucumbe al exilio de la caza; como un retrato nada más que del zig zag; esa boca dulce que nos tuerce de osadía y de miedo.

Antologamos cualquier secreto que nos resulta original; no sólo por la factibilidad de su escritura, sino porque el diálogo nos desnuda la noche de su marca.

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