18 de junio de 2008

Heterótrofo

Había que escribir sin para qué, sin para quién.
El cuerpo se acuerda de un amor como encender una lámpara.
El silencio es tentación y promesa.
(Alejandra Pizarnik. “Fuga en lila”)

Cuando me preguntas para qué, te respondo con un movimiento apenas perceptible. Y es que todavía me subyace una interrogante profunda, marcada en los costados de mi fibra. Ya ves que las palabras son bitácoras; parejas marchitas que reviven con el tacto. Es como si tú dijeras “pimiento” y yo te respondiera “relámpago”, pues aquella asociación me lleva a justificar la carne rojiza de nuestros últimos alientos.
He pensado toda la tarde en los cuestionamientos a los recodos; en la tintura que marcha sobre los salvajismos de la primera histeria. ¿Te fijas cómo el cuerpo se nos inscribe dentro de las formas inabarcables del invierno? La lluvia no es más que una extensión del gesto; lenguaje señalético de la pulpa en los ovillos. Cuando las gotas se enredan con el núcleo del cristal, se balancean hasta que el viento las suelta, uniéndolas para tejer la transparencia.
Podría decir que la razón de tanto movimiento es esta humedad que tu presencia me figura. Sin embargo, el almíbar se disuelve; como un ala desprendida de las vértebras.
Tanta bifurcación supone un atisbo de sombra; carboncillo a mano alzada.
Cuando me preguntas para qué, me hundo en el enrejado de tu dermis. Las palabras son redes que nos capturan, privándonos de la sangre en los anzuelos. Cada acento metamorfosea un quejido de tacto, un impulso sinuoso; la boca sellada con un canto de mariposas.
Si te escribo, es porque el rol protagónico suplica la carencia corpórea. Me negué a situarte como un personaje palpable en las melodías de mi relato. Más bien, fui acomodándote según los requerimientos de esta cartografía establecida en la ingle. Eres un punto cardinal que oscila entre el crujir del otoño y los dedales inconexos. No creas que la necesidad infunde un respeto mutuo. Si te utilizo, es simplemente como excusa para bordear lo amable de mis cicatrices internas.
Jamás escribí sobre ti
sino como una construcción mental propia,
entusiasmada por la posibilidad
de a(r)marte a mi modo
y de esa forma hacer y deshacer
el nácar de tus escamas.
Eras como esos seres
que de profundos
se nos vuelven
i
n
v
i
s
i
b
l
e
s
.

1 comentario:

.M dijo...

>>Si te utilizo, es simplemente como excusa para bordear lo amable de mis cicatrices internas<<
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Seres-objetos-sujetos que proporcionan las herramientas necesarias para escapar del ahogo fatídico de la noche que alberga nuestro tormento de dolor.