15 de junio de 2008

Escozor

La noche extiende
lexemas que nos muerden.

Esta maraña de texturas
confiesa su crimen
al esparcirse sobre los cuerpos.

Gruñimos como animales tentados
por la pronunciación del gesto.

El filo de la semántica
nos tuerce la carne:
nocturna, caprichosa;
como cegada en la síntesis del Matadero.

1 comentario:

Camila dijo...

prófuga
de monturas insomnes,
tus dientes penetran allí donde la carne es débil
y semiotiza el sismo
de quién no quiere verse
amenazado

(pero sí, gime)