30 de abril de 2008

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Palabra y cuerpo formarán, entonces, una textura que excede los límites de sí misma al posicionarse como generadora de un sentido; dependiente no sólo de la subjetividad de los interlocutores, sino también de los nexos comunicantes que ellos establezcan, a partir de la consecuencia seudo accidental de sus acciones, y del rol social -que por convención, educación o biografía- les haya sido prescrito.

1 comentario:

Camila dijo...

siempre será inherente al balbuceo
la semiosis decada epifanía