14 de abril de 2008

Almíbar

2:18 AM
Señor Pez (dos puntos)
...

Mi duda es si sabrá decirme usted lo que es el agua
y esa chispa indolora que me sacude el párpado.

Cuénteme
cómo es que a lo largo del día
extrae usted conejitos de su sombrero
nostalgia impar
azotándome las fosas nasales.

Yo no sé
si es su presencia
al otro lado de este hilo yodado

O es que trepo
amalgamada a la fisura
de no saberlo
triste y sencillo;
abrupto, corriente
vulnerable o lejano.

Ella dice que te extraña
y que está perdida
en un zig zag frenético
del que no quiere salir
porque ya casi
que se está por acostumbrar
y no sabe si es bueno...

Y que te quiere
y que se acuerda de vos
todo el tiempo.

Y que te quiere
y que se acuerda de vos
todo el tiempo.

-Y que te quiere-

Como una llamarada
infinitamente naranja
ardiendo en la pecera
y el aleta y la escama nacarada.

Para marearnos
-siempre para marearnos-
es el buceo
inabarcable
de palabritas extrañas
que sacuden el cuerpo
y lo tuercen
mordido
como la ropa puesta a secar.

Esta noche
mi dulzura acéfala
se deposita en la clavícula
para que un estornudo
como cuchillo
nos lacere
y de ese ardor
nos quede un rastrojo
una carne colgando
una herida
una sonrisa infinitamente feliz,
porque usted y yo,
Señor Pez,
dormimos yuxtapuestos
como un beso en las falanges.

La extrema agresividad
con que el mundo nos tienta
viene a sublimarnos
en el silencio
de este acuario
brillante de algas artificiales.

Usted y yo
sabemos que hay un miedo esponjado
allá afuera
y que ese castillito plástico
será lo único que alcanzaremos a heredar.

Por eso, en este cuerpo blanco
me dispongo a inscribirlo
como un remitente lejano,
otrora destinatario
de aquella palabra
que el agua tibiamente abastecía.

Señor Pez (dos puntos)

Y que te quiere
y que se acuerda de vos
todo el tiempo.

Y que te quiere
y que se acuerda de vos
todo el tiempo.