El advenimiento de la noche asume con su eco la imploración a las fiestas del cuerpo.
Tu luz es un barniz tatuado infinitamente cerca de mi columna; aquél espacio forjado por una viscosidad de luna violeta, gelatina, caballito de mar preñado por virgen.
Más te vale no asustarte si me ves de pie, derramando boca a boca la narración del sueño.
Quizás te diría una nueva forma de vapor.
(El viento mueve a los cuerpos. El viento secretea con la escritura de los verbos que le huyen al azar)
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