23 de noviembre de 2008

Arte Poética

I
Después de coserme la heráldica de tu reino, desperté aferrada a aquél hilván y esta fábula y esta ternura, este pedacito no lugar ajusticiado por un recoveco otro; la esquina la ráfaga el cuerpo; los verbos consumados con apóstrofes; la utilización del deseo en tanto nombre. Ese día vinimos gastados la noche. De noche te pensaba y sin querer fui recortándote con los dedos.
La multiplicidad de mis personajes me causa cosquillas, como si cada vez los inventara según las necesidades del caso.
Yo quería preservarme como un aminal en formalina. Por eso el agua. El agua es el hábitat de los que abren sus párpados al dormir y levemente sonríen apegando sus labios a las fronteras de los acuarios.
No obstante la invención de la noche, el trazo desbordado en la esquina de mi escritura. Todo como una profunda intemperie y el laberinto del fuego.
Somos cómplices de todos los exilios. Entre mis letras no me pidas la palabra "felicidad". La felicidad no tiene ritmo, no tiene cuerpo. La felicidad es un futuro en nula complacencia.
Saltar la cuerda con los pies ortigados y la roncha es una nueva escritura.
Siempre en el agua debajo del agua encima del agua.
Yo inventé seudónimos para todos los nombres de mi vida.
Yo atravesé descalza el umbral del otoño y sus cadáveres arbóreos. Luego te expliqué cómo crujían las nervaduras entre mis sábanas y tú te estremeciste, porque el frío era atroz.
Entonces, firmé un pacto implícito entre signos de interrogación, donde tú no tendrías nombre; porque el destino de mis letras no estaba en ti sino en el salvajismo de mi aprendizaje.
Y fui lamiéndote con mi lengua de púas y poco a poco nos absorbimos borrando toda nueva y próxima experiencia.
Recién ahí me regocijé con la fortuna de encontrarme con una nueva página en blanco.

II
Escribo
de torpe
de incapaz
de vergüenza
de noche
de ritmo
de agua
de útero
de cuerpo
Bajo las sábanas
bajo los nombres
bajo la molestia
bajo la piedad
A oscuras
a hurtadillas
a conciencia
Desde la carencia
desde la orfandad
Desde la imposibilidad de morderte el cuello
y fluir nadando en el borde de tus anchuras
Escribo
porque me cuesta
porque descubro
la hipocondría
(Anfibia perfumada en los márgenes de la hoja)
Escribo desnuda tocándome las piernas
Escribo fijándome principalmente
en los dobleces y las formas
Escribo para castigar
la fecundidad de mi madre
Entonces me autocompadezco
pensando en lo que jamás haré
Escribo cuando el frío
nos arroja a la intemperie
y comemos nieve
con cubitos de azúcar.

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