29 de noviembre de 2008

Antifaces

No son los álamos
sino aquellas pelusas bautizadas como destino
las que me producen alergia y estornudos sucesivos.

Es tarde.
Los pájaros alimentan a sus pichones
que agitan las alas para mantener el equilibrio.

De pronto yo
te miro aquella parte del cuello
reservada sólo para las ocasiones especiales
y en tu disfraz asoma
algo parecido
a un recoveco de silencio.

1 comentario:

La paciente nº 24 dijo...

Te he leído, anfibia, “cuando el agua duramente verde niega sus peces”, cuando aún la espuma del mar soñaba en tu cuerpo, cuando la indecisión del agua regresaba de qué oleajes. Te he leído lentamente, como se arranca una férrea raíz del suelo y “he respirado el aire que traías de allá abajo”. He llegado a tu mar para colocar un puente o un arrecife de palabras. Y estoy en este recuadro escribiendo(te) ¿Ya no nadas?