Mecidos al compás de sus reflejos, apostaban por la comodidad de un tejido adosado a la humedad de sus fisuras
20 de febrero de 2008
Romance de Agua
Era, pues, quizás, la humedad descrita en su zig zag plagiando la instancia de borrarse una comisura; nostalgia del borde y el cuello y el encadenamiento a esa placidez mermada por su presencia.
En su estado primigenio, la larva tiñó sus agallas con el velo impreciso de la evolución; ruptura celeste o humedad cutánea avalada por su metamorfosis. Escuchó la señalada una esquirla en mitad del lagrimal, convenciéndose de la trizadura de sus bordes. Hubo un momento para aunar las cloacas y los esfínteres. Muy a menudo se presentó al acecho de animalitos menores y pequeñas plantas, aunque la larva estaba para otras cosas. Exceptuando las branquias y el dimorfismo sexual, todo en ella se resolvía como un claro silencio frente al reproche. Agazapada en la mirilla, antecedió las respuestas ante posibles interrogaciones. Luego; un cuello, una vértebra, una boca. Más allá, el colmo de su espacio: su carencia; su secreto de anfibia.
1 comentario:
y en el revés de la página
la sustancia inexplicable
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