Hundida ahora en la humedad de tus pestañas
separo cada vello inventándoles seudónimos.
Algunos, avergonzados van crispándose con el tacto.
Otros permanecen allí como subrayando
nuestro ritual de iniciación.
Luego bordeo tu lagrimal
y tibiamente lamo el agua cristalina.
(El fuego es recóndito
anfibio
y discreto)
6 de diciembre de 2008
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