Al morderte la clavícula, inmediatamente pienso en la costumbre kinética de difuminarnos a ambos polos del oeste. ¿Nos encontraremos sesgados por esta luz casual que humedece nuestro anonimato, condenándonos a la repetición del nombre o la fábula o el vacío con su sencilla moraleja?
Abajo rueda nuestra laceración dental. Toda carnada sucumbe al exilio de la caza; como un retrato nada más que del zig zag; esa boca dulce que nos tuerce de osadía y de miedo.
Antologamos cualquier secreto que nos resulta original; no sólo por la factibilidad de su escritura, sino porque el diálogo nos desnuda la noche de su marca.
Abajo rueda nuestra laceración dental. Toda carnada sucumbe al exilio de la caza; como un retrato nada más que del zig zag; esa boca dulce que nos tuerce de osadía y de miedo.
Antologamos cualquier secreto que nos resulta original; no sólo por la factibilidad de su escritura, sino porque el diálogo nos desnuda la noche de su marca.
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